Cerdeña y la Corona de Aragón

Cerdeña, en Google Maps.
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Cerdeña, en Google Maps.

El expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, ha sido detenido la noche de este jueves en Cerdeña y puesto en libertad este viernes. La isla italiana es considerada por los independentistas como parte de los llamados Países Catalanes. El doctor en Historia Guillermo Fatás analiza para 20minutos la situación histórica de esa isla, que formó parte de la Corona de Aragón:

Los reyes de Aragón tuvieron en sus dominios italianos un acre rival: la dinastía francesa de los Anjou. Aragoneses y angevinos protagonizaron guerras sangrientas en las que intervino con su gran poder material y espiritual el papa, señor de los vastos Estados Pontificios y dotado del poder exorbitante de la excomunión, que privaba a un rey católico de su derecho a reinar y liberaba a sus súbditos del deber de servirle. 

En este ambiente, el ‘reino de Córcega y Cerdeña’ es una creación diplomática surgida en 1296 del tratado de Anagni. Fue uno de los expedientes con los que los rivales intentaron suavizar las consecuencias de la cruenta revuelta llamada “Vísperas Sicilianas”, favorable al dominio de los Aragón en Sicilia rente a los Anjou. Por dicho pacto, el papa, que se consideraba titular de esos derechos, los cedía a la Corona de Aragón a cambio de vasallaje y tributo anual.

Córcega y la Corona

Córcega nunca perteneció a la Corona, a pesar de algunos momentos efímeros y discontinuos en el siglo XIV. Si bien los reyes de Aragón usaron el título, al que en teoría tenían derecho, fue un “título de pretensión”, que no tenía traducción en los hechos.

Cerdeña, isla en la que la Casa de Aragón sí ejerció dominio efectivo (no así en Córcega) estaba bajo influencia de Génova y Pisa, opuestas a Aragón, y regida por sus propios señores feudales, que controlaban los cuatro distritos insulares. El principal era el regido por el ‘juez’ (‘iudex’, título máximo de la nobleza local) de Arborea, que dominaba el golfo de Oristano, de lealtad tornadiza.

El conflicto se transformó en larga guerra, comenzada en 1323 bajo Jaime II el Justo, que dedicó recursos de todos sus estados hispanos a la campaña. El monarca aragonés sujetó a las familias Oria y Spínola -luego tan vinculadas a la historia de España- y venció a los pisanos que ayudaban a los rebeldes.

La guerra siguió con Pedro IV (1354-1355), que estableció previsoramente colonos catalanes y valencianos para el control del territorio. La reacción sarda contra estos fue tal que redujo el reino eficazmente controlado a poco más que Alguer y Cágliari.

La guerra concluyó con las operaciones de Martín I el Humano y de su hijo -y sucesor malogrado- Martín el Joven (1409), quienes dominaron el conflicto por dos vías: comprando por la elevada cantidad de cien mil florines de oro de los dominios del último ‘iudex’ (1420) y ganando por las armas en 1448 el significativo Castel D’Oria, redenominado como Castel Aragonese (hoy, Castelsardo).

Fue territorio de la Corona de Aragón (y, por lo tanto, de la Monarquía Hispánica) hasta el Tratado de Utrecht de 1713 (el mismo en que se perdió Gibraltar), que lo adjudicó a la rama austriaca de la Casa de Habsburgo.

Estos vaivenes históricos explican la variedad de nombres con los que se conoce a Alguer: Alghero en italiano, S’Alighera en sardo, L’Aliera en el dialecto de Sássari y L’Alguer en catalán.

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